Un investigador de la Universidad Nacional de La Plata experto en anfibios descubrió hace unos años que las larvas (o renacuajos) del escuerzo común emiten un chillido de alerta subacuático frente a situaciones de peligro. Este hallazgo fue sumamente relevante para el campo de estudios, ya que hasta ese momento no se sabía que las larvas, incluso de vertebrados, podían comunicarse a través del sonido debajo del agua. El descubrimiento generó nuevas preguntas y marcó una nueva línea de trabajo.
Historia de una investigación
Guillermo Natale se acercó a la carrera de zoología de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP para estudiar a los axolotes, motivado por un cuento de Cortázar. Ante la ausencia de estos animales en nuestro país, se inclinó por la especie local más parecida: anfibios sin cola o anuros. Actualmente Natale es doctor en Ciencias Naturales y trabaja en el Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIM) dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata y el CONICET. Ha estado investigando ranas, sapos y escuerzos durante más de 25 años y actualmente dirige un grupo especializado en ecotoxicología de anfibios, su estado de salud, conservación y el efecto que los diferentes factores de estrés ambiental, producto de las actividades antrópicas, provocan sobre ellos.
Los años y esfuerzos dedicados por Natale y su grupo cobran relevancia en el marco de la crisis global que afecta a los anfibios. “En 1989 se detectó la declinación numérica de la cantidad de anfibios en el mundo y se comenzaron a realizar monitoreos prolongados en lugares clave, que mostraron que algunas especies habían desaparecido. Este fenómeno es parte de la pérdida global de biodiversidad, pero se percibe particularmente en los anfibios por sus particularidades biológicas y ecológicas, y porque requieren ambientes muy particulares que, si son modificados, los llevan a desaparecer. Durante el desarrollo no planificado de las ciudades, por ejemplo, se eliminan las charcas y se fragmenta el hábitat original de muchas especies. A esto se suma la contaminación, y así van confluyendo factores que deterioran los entornos en los que viven estas especies tan sensibles.” explica Natale.
Allá por 2006, en paralelo con su trabajo de doctorado y en horas nocturnas, Natale inició una serie de estudios que culminaron en un descubrimiento sorprendente: las larvas de una especie de anuro, el Ceratophrys ornata, emiten un sonido audible bajo el agua cuando se sienten amenazadas.
El Ceratophrys ornata es el escuerzo común -también conocido como “el gigante de las pampas”-, una especie que habita en varias provincias del centro y litoral de nuestro país. Pasa una considerable parte de su tiempo enterrado en el barro, tiene una enorme boca con muchos dientes, y grandes ojos salientes, pero se distingue del resto de los anuros por dos pequeñas protuberancias en la cabeza semejantes a “cuernos”.
Los escuerzos, animales peculiares, rodeado de mitos y mala fama, son muy difíciles de encontrar, y por ese motivo se trataba de especies muy poco estudiadas. Natale recorrió humedales y pantanos durante 6 años buscándolos hasta que una noche una tormenta eléctrica los hizo salir de sus escondites, y pudo al fin dar con algunos ejemplares. “Los escuerzos eran tan raros que venían de otros laboratorios a sacarles fotos”, recuerda Natale. Cuando supo que salían en las tormentas logró capturar más e incluso formó parejas.
https://unlp.edu.ar/investiga/cienciaenaccion/el-grito-de-los-escuerzos-un-imperceptible-sos-por-la-supervivencia-63445/